El teatro es una de mis debilidades, y dentro del teatro el drama, ya que, a mi entender, es en el drama cuando tanto el autor, como los intérpretes, luminotecnia, música, decorados, atrezzo, etc. han de poner todo su esfuerzo si quieren llegar al alma del público y que el público se meta de lleno en la obra.
Entre los muchos autores de teatro dramático, moderno o clásico, hay uno que para mí es excelente, genial y de una inspiración romántica excepcional; me refiero al gran Federico García Lorca. De todas sus grandes obras siempre guardaré excelente sabor de Yerma, La casa de Bernarda Alba y Bodas de sangre. Son las tres obras dramas de temas populares, rurales, pero de ejecución sublimada por una excepcional inspiración y refinadísima imaginación. En estas tres obras, García Lorca deja de lado el tipismo fácil de sus comienzos, y se nos muestra con el sentido más universal de su obra, y su teatro asume los caracteres de un esfuerzo estético sin parangón en España.
Federico nos presenta al pueblo como símbolo de temas abstractos, tales como el odio, el amor, la superstición o el sometimiento. Los principales personajes de sus obras, aunque esquemáticos, se nos aparecen fuertemente arraigados en fuerzas elementales —la sangre, el sexo, la maternidad—, son todos ellos pura pasión y en su estremecimiento trágico se subliman, lejos de toda anécdota concreta, en un modo primitivo y oscuro del ser humano.
De entre todos los logros lorquianos sobresale para mí “Bodas de sangre”, porque con esta obra el autor llega a la cumbre de su dramaturgia y señala gloriosamente una fecha decisiva, no sólo en el teatro clásico español, sino en el arte escénico universal y de todos los tiempos. Ya dijo el autor en más de una ocasión que al escribir "Bodas de sangre" era su propósito subrayar los sentimientos elementales, primordiales de los hombres; sentimientos que, al fin y al cabo, son voces eternas de la vida.
Cualquiera de los personajes de la obra es puro drama y pura poesía: la Madre, la Novia, Leonardo, la Mujer, el Novio, la Luna, la Muerte, etc., todos ellos poseen una fuerza dramática que sobrecoge. No sé si entre ustedes, mis amigos salvadoreños, hay alguien amante del teatro y ha tenido la oportunidad de ver esta obra o alguna otra de García Lorca. Me gustaría mantener un diálogo sobre ellas o al menos saber de su opinión; pero en el caso contrario, si no las conocen y tienen oportunidad de verlas no se las pierdan.
La trama de "Bodas de sangre" no por sencilla, y a veces real en la vida misma, es menos espectacular. El mismo día de la boda, la Novia, mientras familiares, amigos y vecinos cantan y bailan, beben y comen, huye con Leonardo, quien hoy casado fuera antiguo novio suyo. La novia no aparece y hay un gran revuelo, hay toda clase de comentarios y suspicacias... La Madre, que ya vieja ha enterrado por odios y venganzas a su marido y otros hijos, y que al que le queda lo adora y mima, y que por vieja intuye la verdad, entrega una gran navaja al Hijo para que limpie la deshonra que la Novia, con su huída, a dejado manchada en él. Y mientras el hijo sale en busca de los huidos para vengarse, el Padre de la novia dice a la Madre:
—Quizá se haya tirado al aljibe (refiriéndose a la novia)
—Al agua se tiran las honradas, las limpias; ¡ésa no! Pero ya es mujer de mi hijo... Dos bandos. Aquí hay dos bandos: mi familia y la tuya. Salid todos de aquí. Limpiarse el polvo de los zapatos. Vamos a ayudar a mi hijo, porque tiene gente que son sus primos del mar y todos los de tierra adentro. ¡Fuera de aquí! Por todos los caminos ha llegado la hora de la sangre. Dos bandos. Tú con el tuyo y yo con el mío. ¡Atrás!, ¡atrás!.